Sabés que vos solo tendrías muy pocas posibilidades para salvar a la joven,
teniendo el hombre un arma y siendo bastante más alto y ancho que vos.
En cuanto parece haber dejado de interesarse por su suposición de que hubiera
alguien espiando y apoya la escopeta contra la pared, te das media vuelta y
empezás a caminar de a pequeños y lentos pasos.
Casi no hacés ruido, estás a punto de concluir el pasillo y tenés tan mala pata,
que sin quererlo pisás en el mismo lugar donde habían sido succionados tus
amigos. El piso se abre y vos también caés.
Resbalás rápido por un tobogán muy empinado, que se curva cada tanto cambiando
de dirección. Tratás de frenarte haciendo fuerza con pies y brazos contra el
interior del caño, pero es demasiado resbaloso y no lográs más que raspones.
Tras casi un minuto de caer y dar vueltas, salís despedido hacia un pequeño lago
interior al castillo.
A tu alrededor hay solo paredes; no se ve salida. Sabés que de seguir así unas
horas terminarás por ahogarte de cansancio. El agua es bastante cristalina y
aunque la única luz proviene de unas velas gruesas que arden sobre las paredes a
metro y medio del nivel del lago, te sumergís para rastrear el fondo. |
Bajás y bajás unos cuantos pies hasta que te duelen los oídos por la presión,
sin conseguir ver nada.
Cuando salís a flote, no hay cambios en la superficie, pero bajo el agua, algo
pesado y rápido te golpea los pies, que recogés enseguida.
No ves por allí a tus amigos. Ellos han logrado salir de allí o han perecido
nadando; o quizás eso que te golpeó se los habrá comido. La mente te arde y tu
corazón sentís que pende de un hilo. Tenés que tomar una decisión rápido.
Permanecés nadando para aguardar
cambios en la altura del agua o la aparición de alguien del castillo que al
menos te tome prisionero
Tratás de buscar algún pasadizo
subacuático por el que puedas salir a otro lugar
Tratás de escalar las paredes de piedra
hacia la boca del túnel por el que caíste
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