Fiorela se despidió de Román mediante gestos. La distancia era mucha y junto con
el revoltijo generado por los tres remolinos, impedían casi el contacto visual.
Dio media vuelta entonces y entró en el pasadizo transparente cuyo suelo
aterciopelado irradiaba turquesa. Al instante empezó a resonarle en los oídos un
eco tubular lejano, similar al sonido que se produce dentro de los caños de
hormigón cuando son golpeados.
Nuestra amiga avanzó con decisión, teniendo en mente tres cosas principales: sus
hijos, Román y la intriga sobre qué le depararía el destino en este momento tan
particular de su vida.. o de su muerte.
A lo largo del camino fue cruzándose con otras personas que también subían. Pero
cada quien andaba enfrascado en su dolor, muertos recientes, espíritus
resignados a tomar el túnel... No hubo manera de entablar conversación con
alguien.
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Tres días después de caminar y caminar, Fiorela notó que el remolino tenía una
abertura lateral. Espió dentro: se trataba de un inmenso laberinto.
Sobre el hueco de entrada un cartel escrito a mano rezaba: “LABERINTO CON SALIDA
AL ESPACIO” y más abajo aclaraba: “Muchos han desfallecido aquí buscando el
esquivo final; tal vez tú te sumes a la lista si entras.”
Quieres que Fiorela entre al laberinto
Haces que Fiorela siga de largo por el
túnel, ignorando la salida lateral
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