—Lo lamento mucho buen hombre. Si ella se acercó demasiado allí, ha pasado a ser
parte del aleteo que escuchamos.
—¡No puede ser! —Román se tiraba de los pelos espirituales.
—Lo es. Hace cien mil bosh, este mismo desagüe colapsó toda una galaxia
—explica—. Mi trabajo consiste en mantener bien alimentado el desagüe que hay en
el centro de la Vía Láctea. Es similar a éste ¿no sé si ha tenido la oportunidad
de verlo?
Román, compungido por su pérdida, casi ni respondía más que con algunas miradas.
—Se debe alimentarlo haciendo girar el disco exterior. Para ello contrato a
espíritus como el suyo. Trabajan a cambio de secretos para viajar, por los
rincones más remotos del cosmos.
Román no quería oír más a ese patán. Tomó fuerzas y empezó a arrimarse al centro
del desagüe. Pero cuando estaba bastante cerca, el aleteo sonaba demasiado
intenso y no lograba detenerse. |
—¡Salga de ahí, idiota! —el panadero se posó sobre la superficie del disco y
comenzó a rodar para hacerlo girar, mientras Román se resistía a ser absorbido.
La succión fue aminorando cuando el desaguadero empezó a rotar, aunque lo hacía
muy levemente. Y el hombre pudo alejarse.
Agradeció con un gesto al panadero y se marchó hacia lo profundo del espacio…
Román estaba sólo y perdido. ¿Qué haría un espíritu como él, vagando de aquí
para allá, sin ganas ya de vivir su muerte, compungido por el segundo deceso de
Fiorela?
Ponte en la piel de Román; toma su triste lugar. ¿Qué harías tú? ¿Qué harás
ahora?...
Volar en una única dirección hasta
perderte del cosmos
Irte a vivir a algún planeta amigable
que encuentres
|