Vuelas recto. Miles de imágenes pasan cual disparos de color. Casi sientes el viento pegando contra tu rostro (salvando los detalles de que ni hay viento, ni tienes rostro donde pueda impactar).

¿Es que no termina más el Universo?

Esa duda que de niño te carcomía por las noches, volvía a jugarte una mala pasada.

¿Era irrespondible? ¿Acaso no existe un sitio mayor, un afuera…?

De pronto, después de horas de no cruzarte con ningún conglomerado estelar a máxima velocidad, golpeas contra una superficie elástica.

—¡Auch! no era que los espíritus no sentíamos nada —protestas.

Vuelves hacia ella y la tocas. Ves hacia arriba y abajo. Continúa en todas direcciones.

—¡Un globo gigante! —exclamas—. El Universo es como un globo gigantesco. ¡Lo pincharé!

Intentas de una y otra forma, pero no hay caso. El globouniverso era irrompible. Pero investigando, notas algo extraño cuando arrimas la cara. “Puedes atravesarlo con la cabeza”.

Te preparas y metes de lleno tu cráneo espiritual.

Observas una luz blanco grisácea.

Consigues pasar el cuerpo entero y notas que estás leyendo estas palabras.

Has salido del libro y vuelto a ti mismo.

...

Eres tú, amigo lector.

¿Cómo sigue la historia?

FIN