Volvió de inmediato donde Román.
—Sal de ahí y ven conmigo —le habló con tal ímpetu y convencimiento, que el
hombre depuso su actitud y también se elevó. Juntos viajaron hasta Quiriché como
rayo y encontraron a Ramón y Rocío charlando animados con otros compañeros, a
resguardo en el salón comedor del colegio.
No sólo veían sus cuerpos físicos, sino que notaban luminiscencias azuladas en
el interior de los jóvenes. Era como estar viendo las almas, la energía vital
que los animaba. |
Las plantas, los animales, hasta las piedras tenían distintas luminiscencias.
¡Qué maravilla!
La alegría fue de tal magnitud, que llegaron a coincidir en un pensamiento: “van
a estar bien”. Y se entregaron por completo a recorrer el Universo.
Continuar
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