_Quiero ser zorzal –siempre has amado a los pájaros y te hubiera gustado poder
volar.
_Bien hecho; yo hubiera elegido lo mismo –te alienta.
Dicho esto, saca una tarjeta del bolsillo superior de su guardapolvo y la
introduce en una ranura de tu cabina. Toma al zorzal, afloja la puerta de su
jaula y lo suelta dentro de la otra casilla. Pone también una segunda tarjeta
magnética en el sitio análogo correspondiente al ave. Se acerca a los controles
y te comenta: “Por si las cosas salieran mal o algo me pasara a mí, espero que
hayas prestado atención al procedimiento de encendido. Es importante que
recuerdes que -en teoría- el ciclo es reversible. No, no; mejor dicho es
inversible.”
_¿Qué quiere decir eso? –te interesás en saber.
_No importa. De cualquier manera serás un bello zorzal muy pronto... –menciona
emocionado.
El doctor tipea unos números en el teclado central del equipo. Ves que aparece
en pantalla el título “EXPERIMENTO MORFO” y selecciona entre dos menús lo
siguiente: “desde HOMO SAPIENS SAPIENS a TURDUS VISCIVORUS”. Pulsa entonces un
diminuto botón turquesa y la máquina se enciende.
Adentro de tu cabina ves como todo se pone lila. Se adueña de vos una sensación
de división, como si te estuvieras separando en dos partes. No tenés problema en
mantenerte parado, pero observás cómo tu cuerpo se desploma. Tu espíritu sigue
en pie. El conocido sonido de una aspiradora hogareña emerge del techo de la
casilla. En el lugar sentís vientos que tratan de llevarte hacia un estrecho
orificio. Cada vez son más poderosos, hasta que consiguen hacerte flotar. |
Increíblemente, sentís y ves cómo vas pasando a través de un delgado tubo
transparente. Mientras fluís, podés llegar a darte cuenta de que el científico,
apoyado contra una de las paredes, se toma el pecho con rostro adolorido.
Saliendo del cañito, desembocás en el habitáculo del zorzal. También allí está
todo lila. El pájaro se encuentra posado sobre el suelo. Una sensación de embudo
se adueña de vos y sos absorbido por el cuerpecillo alado. Una ves que entrás en
él, ves cómo un espíritu blanco luminoso se aleja volando, hasta perderse de
vista.
El ruido del aparato termina; campanillea cortamente un timbre y la puerta de tu
cabina se abre, haciendo un pluf de descompresión.
Todo es ahora más grande de lo que recordás. Volás hacia la casilla donde estaba
tu cuerpo y lo ves arrumbado en el piso. Su puerta permanece cerrada.
Virás en el aire hacia donde está el profesor. Su rostro se ve feliz pero
desfalleciente.
Con dificultad entendés lo que te dice: “Lo siento mucho, pero me alegro de que
haya funcionado. Mis anotaciones sobre el proceso están en el otro laboratorio,
sobre la mesada angosta del fondo. Es vital que retengas esto que te voy a decir
para poder continuar...”
Saca una pequeña agenda que guardaba en la contrasuela de su zapato y lee:
“Debés leer la página recuadrada con rojo. El mensaje allí escrito se encuentra
encriptado para que sólo pueda ser entendido por quien posea la clave. Ya que
sos ahora zorzal, tu clave es JUZ 1”
Y dicho esto, cae muerto de un ataque al corazón.
Sigue por aquí -y no olvides la
clave- |