Ya el planeta más chico del Sistema Solar inyecta su redonda imagen a tus
pupilas. Pronto ves también a Caronte y en la pantalla ambas esferas se agrandan
cada vez más, hasta que la cubren por completo.
Los violáceos matices del astro lo asemejan a una ciruela. La tenuísima
atmósfera plutonina no influye para nada en el aplutonizaje. El suelo es liso y
ondulado, de un brillo purpúreo-metálico, monótono como la cáscara de una
naranja e hipnotizante cual un caleidoscopio.
Es un mundo abstracto, sin vida. Pero en él no se percibe el silencio sino el
misterio y la sensación de que alguien ha estado allí alguna vez. |
Bajarán a investigar. Descienden ahora ochenta esteronautas, entre los cuales te
encontrás vos. Recorren un enorme trayecto sin cansarse en absoluto, gracias a
la leve fuerza de gravedad.
Tras dos lomas, cubierta de brillosos cristales, se abre la boca de una caverna,
que insita vuestras mentes a visitarla. Recostada sobre la ladera derecha de la
cueva se encuentra una placa dorada, grabada con frases en infinidad de idiomas.
Uno de ellos es castellano y dice: “Nadie, hasta ahora, ha logrado entrar y
salid de la caverna del tiempo. Que ingresen no es mi consejo.”
Ingresar a la caverna
Seguir el consejo y no ingresar
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