Pensás que encontrarán algo mejor quizás en Mercurio, y las once naves dejan
rápidamente el planeta que mató a millones de seres humanos.
En cuestión de tres horas arriban a Mercurio; la visibilidad tendría que ser
perfecta si no fuera por el intenso calor de 240º sobre cero que nubla la
visión, por el evidente enrarecimiento de los gases atmosféricos.
Ya habiendo amercurizado se observa una superficie plana, con leves ondulaciones
de colores que van del amarillo al marrón claro, y pocas veces marrón oscuro.
Vos y diez X descienden con los trajes anticalóricos de helio y neutronio,
dotados de aparatos oxigenadores.
El suelo es duro. Pedregoso.
En el inmenso cielo –más inmenso que en la Tierra- el Sol desborda. Solo las
viseras fotocromáticas de los cascos les permiten ver con claridad, haciendo el
papel de unos lentes oscuros en un día de playa. |
Más allá de una suave colina, a lo lejos en dirección sureste, se divisan unas
extrañas formas pentahédricas que reflejan como espejos. De repente X12 tropieza
y cae averiándose su sistema oxigenatorio. Al principio parece asfixiarse pero
en seguida respira normalmente ¡En la atmósfera de Mercurio!
Se dan cuenta pronto que basta el filtrillo enfriador para respirar, y algunos
desconectan su oxígeno.
Todos están sorprendidos y su sorpresa crece más aún, cuando escuchan una voz
tras ustedes que les dice con dificultad:
_Sacarse ustedes máscaras también; poder adaptarse al aire.
Continuar
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