Al cabo de una hora, van perdiendo nuevamente las sensaciones, ni frío ni calor,
ni cansancio, ni sudor, ni nada.
Trepan un poco más. Un poco más... Y un destello plateado recorre todo el cuerpo
de nuestro amigo como electricidad.
Abre los ojos y observa a dos paramédicos que habían estado efectuándole
resucitación cardiopulmonar y ahora intentaban revivirlo con electroshock.
—¡Respira! —alertó quien sostenía los electrodos del desfribilador.
—¡Papá, papá! —se acercó Rocío acongojada y tras ella lo hizo Ramón. Ambos
abrazaron al padre que acababa de volver a la vida.
—¿Donde está mamá? —preguntó Román, mientras se incorporaba.
Los paramédicos se miraron. —Señor... su esposa ha fallecido. Una viga cayó
sobre su cuerpo, decapitándolo —aclaró pausadamente uno de ellos. |
—Cuando lo encontramos —agregó el otro— usted sujetaba con fuerza la cabeza
entre sus brazos. Parece ser que la descarga del rayo le provocó un tetanismo
que fue difícil de revertir. Pero la cabeza de su esposa... usted disculpe mi
expresión —se lamentó— le salvó la vida.
—Tuvimos que estirarlo efectuando palanca con un andamio para poder realizarle
RCP —continuó un Doctor que estaba con ellos—, y cuando lo hicimos, notamos que
de no ser por el bulto que se interpuso entre sus muslos y su pecho, usted se
hubiese atravesado con este cuchillo—. Dicho esto le muestra el facón que
acostumbraba llevar en la cintura.
Román se asusta. Le viene a la mente la imagen del demonio aquel sujetando a
Fiorela con el cuchillo junto al cuello. Era el mismo.
FIN |