En agosto del '98 nos
fuimos de campamento con la patrulla Búfalo
(los Guías y Subguías de la TS), a Chascomús.
Pusimos las carpas cerca
de la laguna, ya que necesitaríamos pescar.
A propósito, no habíamos llevado comida para
esos tres días de acampe. Sólo dos
paquetes de harina, algo de sal, cañas para
pescar y el equipo correspondiente (líneas,
anzuelos, boyas, plomadas, etc.).
Teníamos planeadas
guardias de pesca permanentes, por las dudas que
fuese difícil proveernos de nuestro manjar
acuático (lo que saliese que se pudiese comer).
Ni bien empezamos a
pescar, Alce lanzó la línea y en instantes picó
un bagrecito. Como era chico, Alce
lo devolvió al agua.
La cosa pintaba fácil...
Pero ese día no volvió a
picar ningún pez. ¡Nada! |
A
la noche no comimos y el mediodía siguiente,
entendimos un poco mejor eso que hacemos antes
de comer, de dar gracias por los alimentos...
teníamos dos o tres bagres, que después de
limpiados y preparados, ocupan una zona pequeña
en el centro de cada uno de nuestros platos;
éramos once.
Bisonte Valiente usó sus
habilidades de supervivencia y buscando con los
scouts, consiguió también algunas plantas
comestibles, que acompañaron bien la próxima
cena, junto con el pan de cazador que preparamos
con la harina.
En todo el campamento
pescamos once bagrecitos. Comimos también
ceborrincha (toneladas de ceborrincha), tréboles
amarillos (¡¡¡deliciosos!!!) y diente de león
(horrible pero nutritivo). Fue uno de los
mejores campamentos que recuerdo.
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