Sus palabras han sido meramente una amenaza; mejor podría haber dicho “o se van
o los mato”.
Hablás entonces vos en tono enérgico: “Soy comandante de las fuerzas de la
Tierra. Estamos en situación de alerta 10 por una catástrofe que ocurrió en
nuestro mundo. “
_Lo sé -te responde con tranquilidad.
_Exijo ver al presidente de su civilización para discutir los términos de
nuestra estadía en Urano, ya sea temporal o permanente –indicas nuevamente con
firmeza.
_Eso no será posible –dice el uraniano sacando una especie de peine de entre sus
ropajes.
Alertados por la posibilidad de que fuera un arma, tu equipo ase sus lásers y
disparan varias ráfagas contra él, que haciendo uso de su enorme destreza para
moverse con velocidad, esquiva los rayos y se detiene entre ustedes nuevamente.
_Efectivamente es mi arma –confirma serenamente.
_Siento mucho que hayan tomado tal determinación –les ahora en tono triste,
luego de lo que levanta su peine del que se proyectan multitud de líneas
luminosas; una para cada terrícola que lo rodeaba, matándolos al instante. |
Sólo vos logras evadir el rayo que te correspondía ocultándote tras un brotadero
de picos congelados, y disparás en forma certera, ahora sí, eliminando al ser
extraterrestre.
Con todo el equipo de exploración fallecido, te das media vuelta y comenzás a
trotar hacia la nave.
Das unos cuantos brincos, y sientes una rigidez que comienza a adueñarse de tus
piernas. Gran parte de tu cuerpo se va enblanqueciendo, el traje se resquebraja
y comenzás a partirte en diminutos pedazos.
A medida que te rompés, lográs ver como le sucede lo mismo a las naves de la
flota, que terminan estallando y quedando convertidas en montañas de pequeños
cristales helados.
El frío intenso hizo presa de todo y se perdió así la humanidad, junto con la
vida del uraniano que quiso ayudarlos antes de que fuera demasiado tarde.
FIN |