Considerás que con probar no se pierde nada y penetran en la atmósfera de
Júpiter, compuesta por amoníaco y metano. A diferencia de la Tierra, la
curvatura de este inmenso planeta no se percibe ni a gran altura; densos y
plomizos cúmulus limbus se imbrican a deshilachados cirros rojos y blancos; una
leve brisa desplaza vuestras naves como placas de telgopor ante un huracán. Ya
se observa la superficie. Ninguna montaña, sierra grieta ni accidente geográfico
conocido quebrantan la silenciosa planicie del suelo jupiteriano.
Tu instinto científico se altera; rápidamente controlás los instrumentos que
indican una excesiva gravedad de 2,64 veces la terrestre, y compruebas que se
encuentran sobre un gigantesco océano de una densidad espumosa muy blanda. |
Repentinamente los vientos cesan y son atraídos sin posibilidad de contrarrestar
la fuerza gravitatoria hacia el mar de espuma, que enseguida los absorbe como
una gigantesca aspiradora.
Quién sabe qué habrá pasado con ustedes allí dentro...
FIN |