Una noche, mientras la mayoría dormía, moviéndose como serpientes, unos tallos
subterráneos verdes y azules invadieron las calles y las casas, penetrando a
través de las paredes y techos de tierra venusina, que les era especialmente
fértil.
De sus extremos, pendían grandes flores con puntiagudas espinas, draculientas,
de aspecto horripilante. A los pocos segundos de emergido el primero, se
contaban ya de a miles, y a los tres minutos eran millones. |
Millones de tallos carnívoros que no demoraron en alimentarse por completo.
Tragando a cada persona de la nueva civilización que tan esperanzadamente se
había asentado en el hermano planeta.
Cuando te sorprenden en tu cama, hacés lo posible por defenderte, pero tu
esfuerzo es inútil y los tallos te devoran lenta y dolorosamente.
Venus tiene vida; pero ya no vida humana.
FIN |